El
sistema internacional de producción permite realizar en sitios muy diversos fases de procesos que antes se hacían en un mismo lugar. De esta forma, se crean o se reeditan formas de organización, como resultado se flexibiliza el trabajo; aparecen nuevos acuerdos comerciales, se interconectan los mercados financieros; los flujos de capital se hacen más volátiles y se amplía sustancialmente la economía de mercado. Se puede afirmar entonces que el desarrollo y la implementación de las
redes de producción mundial son una característica del proceso de globalización, el cual se asienta en ellas.
Sin embargo, esto no significa que los espacios locales ya no importen. La
red de producción mundial necesita espacios donde operar. En estos lugares se concentra una serie de operaciones de producción y de apoyo, las cuales se ven afectadas por las condiciones locales de la mano de obra, la cultura laboral y política, y otros procesos que tienen lugar dentro de los estados nacionales. La empresa transnacional maneja de forma diferente y variable cada uno de estos factores, según sus necesidades especiales y el país en donde se encuentre, lo que conlleva que las condiciones de trabajo y las decisiones de la empresa en cada lugar sean diferentes. Es por ello que la filosofía detrás de la
red de producción mundial es más bien internacional, no supeditada a ningún estado en particular y sólo dependiente de los fines de la empresa en particular.
Las
redes de producción mundial han redefinido el sistema regulatorio, al cambiar la forma en que las empresas producen y trabajan. Igualmente, la generalización de los
sistemas internacionales de producción ha implantado una nueva lógica en el trabajo y en la distribución de la riqueza. La
red de producción mundial ha modularizado de forma importante el trabajo, lo que ha creado un nuevo perfil de trabajador que se especializa en una tarea muy particular. Con respecto a la distribución de la riqueza, al funcionar con este tipo de redes, la empresa se independiza de los estados en donde opera, debido a que cada uno de ellos es sólo una estación de la cadena de producción, por lo que la empresa puede cambiar el lugar de una estación si esto le resulta favorable dentro del panorama mundial, dado que, de igual forma, la producción se realiza en un país que no es el propio.
Dada la importancia de las
redes de producción mundial (se estima que en ellas se mueven más de 2,1 billones de dólares) las economías nacionales se han rearticulado en un sistema de transacciones y de procesos que operan directamente a nivel internacional.
(adaptado de Guzmán, V. y R., Todaro,
Apuntes sobre género en la economía global, Centro Latinoamericano de Estudios de la Mujer, y Carrasco, G.,
La industria maquiladora de exportación como antecedente de la globalización, Universidad Autónoma Metropolitana, consultados el 21-07-2009)
Creación de redes de producción mundial
La creciente liberalización de las transacciones económicas internacionales y el incremento de la competencia internacional, así como la difusión de las tecnologías de información, propiciaron estrategias de integración compleja, lo que se ha traducido en la creación de
redes de producción mundial, según las cuales las empresas transnacionales asumen el papel de organizadoras de la producción y de las transacciones dentro de una red de actividades interdependientes pero dirigidas de manera menos formal. A partir de entonces, un nuevo sistema de organización industrial subyace en las empresas transnacionales que les ha permitido aprovechar las oportunidades que les brinda dicho proceso. En este
sistema de producción internacional, las empresas pueden adquirir localmente los insumos que necesitan y producir para el mercado local o regional, o bien pueden integrar actividades económicas dispersas en distintas regiones. La movilidad que ofrecen los avances tecnológicos transforman las filiales de las empresas transnacionales, antes geográficamente separadas y con estructuras de producción fragmentadas, en redes de producción y distribución integradas a nivel regional y mundial.
Al amparo de estas modalidades estratégicas y de organización, las
redes de producción mundial no sólo trasladan bienes y servicios a través de las fronteras, sino también factores productivos, métodos de organización y conocimientos tecnológicos. Desde esta perspectiva, las empresas transnacionales, con sus estrategias cada vez más complejas, favorecen un cambio cualitativo de la economía mundial, fomentan la complementariedad del comercio exterior y la inversión extranjera y son los principales motores del crecimiento y desarrollo del nuevo orden económico internacional. Anteriormente, la inversión extranjera y el comercio exterior eran formas alternativas de abastecimiento de los mercados externos. En la actualidad se observa una correlación creciente entre ambas variables, especialmente en los países desarrollados, pero se reconoce que las redes de filiales integradas a escala regional son un factor determinante del crecimiento del comercio intrarregional.
[…]
Sin embargo, para acceder a los
sistemas de producción internacional, los países en desarrollo deben asociarse, de alguna forma, a las grandes empresas transnacionales. Eso depende de los empresarios locales y los activos del país en términos de la calidad de los factores inmóviles de la producción internacional: la preparación de los recursos humanos, la educación y capacitación de los trabajadores y la calidad de la infraestructura y de los servicios públicos básicos. Las empresas transnacionales no tienen como objetivo promover el desarrollo de un país; su objetivo, como el de cualquier empresa, es maximizar sus beneficios, por lo que no pueden considerarse auténticos instrumentos de desarrollo. Por lo tanto, para que los países en desarrollo puedan beneficiarse efectivamente de la asociación con empresas transnacionales y lograr una mejor inserción en las
redes de producción mundial, deben implementar políticas multifacéticas destinadas, entre otras cosas, a la formación de recursos humanos y la adopción de nuevas tecnologías.
(adaptado de Mortimore, M., et ál.,
La competitividad internacional: Un análisis de las experiencias de Asia en desarrollo y América Latina,
Serie Desarrollo Productivo, Naciones Unidas, 1997, consultado el 15-07-2010)
El sistema internacional de producción y el desarrollo
«Ante su atraso tecnológico relativo, la inserción competitiva de los países en desarrollo en la economía internacional parece estar supeditada inevitablemente a la presencia de las empresas transnacionales en sus economías. Según el informe del World Investment Report de la UNCTAD (1993), "en el
sistema internacional de producción que emerge en la década del 90, las empresas transnacionales y sus afiliadas, son las que determinan la participación de un país en la división internacional del trabajo, por encima de las transacciones comerciales". La mayor o menor participación de los países menos desarrollados en las redes de producción dirigidas por las empresas trasnacionales, su capacidad de absorción de inversión extranjera, depende, por lo menos, de las siguientes condiciones: a) estabilidad macroeconómica; b) disponibilidad de una infraestructura adecuada; c) suficiente oferta de fuerza de trabajado adecuadamente calificada y relativamente barata, y d) estabilidad política. Estos elementos en su conjunto determinan lo que se ha dado en llamar el nivel de confianza en determinado país. Este esquema de inserción tiende a reforzar aún más al carácter apendicular de nuestras economías, a través de su especialización en las fases finales del proceso productivo y bajo el control tecnológico de las empresas transnacionales».
(Romero, A.,
Globalización y Conocimiento, consultado el 15-07-2010)